MEDICINAS: De Patente, Genéricos o Similares ¿Con cuál me curo?
Medicamentos, su salud en riesgo
25 de Junio de 2008
De Patente, Genéricos o Similares ¿Con cuál me curo?
Si por economizar al atender un problema de salud usted se ha visto en la disyuntiva de elegir entre uno de estos tres tipos de medicamentos, podría estar corriendo un alto riesgo que se vería reflejado en su bolsillo, en el tiempo para recuperarse de su enfermedad e incluso en el hecho mismo de que ésta podría complicarse.
La diferencia de precios que existe entre sí es radical ya que es frecuente hallar casos en que mientras un fármaco de marca cuesta 260 pesos su equivalente apenas ronda los 45 pesos, poco menos de la quinta parte. La primera duda que viene a la mente es si son iguales, es decir, si se puede confiar en la misma medida en los resultados que se esperan obtener de determinados fármacos.
Para empezar es preciso establecer algunas diferencias desde el nombre mismo con el que se encuentran las sustancias en el mercado. Vayamos a lo más elemental.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra “Similar” es un adjetivo que significa “que tiene semejanza o analogía con algo, lo que nos lleva a encontrar que “Semejanza”, a su vez, indica parecido a algo o alguien.
Esta respetada fuente también establece como significado de semejante el término “imitación” y por si fuera poco esta última expresión se refiere a “un objeto que copia o imita a otro, normalmente más valioso“.
Con la reforma a la Ley General de Salud, publicada el 7 de mayo de 1997, quedó establecido que “los medicamentos para uso y comercialización podrán ser identificados por sus denominaciones genéricas y distintivas, es decir, que los médicos recetarán la sustancia activa que contienen y no la marca. La identificación genérica es obligatoria”.
Entonces ¿qué es un medicamento genérico?, se preguntará usted. Pues de acuerdo con el Reglamento de Insumos para la Salud, que se publicó el 4 de febrero de l998, la definición correspondiente es la siguiente:
”Los medicamentos genéricos intercambiables, son aquellos que, con la especialidad farmacéutica con el mismo fármaco o sustancia activa y forma farmacéutica, con igual concentración o potencia, que utiliza la misma vía de administración y con especificaciones farmacopeicas iguales o comparables, que después de haber cumplido con las pruebas a las que se refiere el reglamento, ha comprobado que los perfiles de disolución o su biodisponibilidad u otros parámetros, según sea el caso, son equivalentes a los del medicamento innovador o producto de referencia y que se encuentra registrado en el Catálogo de Medicamentos Genéricos Intercambiables y se identifica con su denominación genérica.”
Dicho de otra manera, en términos más simples, un medicamento genérico intercambiable (G.I.) debería ser equivalente a uno de marca o patente por su dosificación, seguridad, potencia, calidad, efecto en el organismo y tiempo que dura en la sangre, conforme lo señala la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris)
En la teoría las autoridades del sector salud obligan a la industria farmacológica que las medicinas genéricas sean sometidas a estudios que comprueben que pueden ser utilizadas en lugar de las de patente. Se trata de pruebas que deben practicar empresas especializadas o instituciones también conocidos como Terceros Autorizados, laboratorios ajenos tanto a la Secretaría de Salud como a los fabricantes, para evitar así que cualquiera de estos actúen como juez y parte.
Lo deseable con esta medida es que los estudios no sean manipulados y que los resultados sean auténticos, comprobables y que se puedan medir. Conforme a la normatividad, cada sustancia que pasa estos filtros se incorpora al llamado Catálogo de Medicamentos Genéricos Intercambiables. A la fecha se han realizado por lo menos quince actualizaciones a fin de tenerlo al día.
Caro no es necesariamente mejor
La Cofepris, en su página web, aclara que cada medicamento de patente No tiene en todos los casos uno genérico. Lo anterior se debe a que la propia ley protege las patentes de las nuevas fórmulas que desarrollaron las empresas que hicieron la investigación. Es hasta que expiran, que otras compañías pueden iniciar la venta de la versión genérica si cumplen con los requisitos ya mencionados.
Crear un nuevo medicamento implica la inversión de varios cientos de millones de dólares en costos de tecnología e investigación que se pueden extender hasta quince años, antes de que una sustancia innovadora salga al mercado farmacéutico. Se estima que alrededor de diez mil compuestos son estudiados y probados previamente.
Por estas razones resultan menos costosos los genéricos ya que los fabricantes no tienen que investigar, ni generar los medicamentos desde su inicio, lo cual reduce sensiblemente el costo del producto y pueden hacerse llegar a la población a precios más accesibles.
Ahora, bien, hay otras realidades que no pueden ser ignoradas en cuanto a los medicamentos y que usted debería razonar al tomar una decisión. Una de ellas es que la salud también representa un mercado muy complejo en el que hay de por medio intereses económicos muy fuertes a todos los niveles; que intervienen variables humanas tan subjetivas como son las preferencias y enfoques muy particulares del personal de salud, y que el paciente o los familiares, en muchos casos, son quienes acuden a donde mejor les parece para que se le surtan las recetas.
La enfermedad también es un negocio
Hay estimaciones de lo que representa en términos monetarios el comercio de medicamentos. Se estima que el valor del mercado mexicano bordeaba los 9,300 millones de dólares, siendo el más creciente de Latinoamérica dejando al de Brasil en segundo lugar con alrededor de 5,000 millones. Claro está que hay de por medio enormes intereses en juego que no sólo se limitan al entorno inmediato sino que tienen alcances globales.
En territorio nacional este sector daba lugar a 45 mil empleos directos y unos 100 mil indirectos, repartidos en unos veinte mil establecimientos, de acuerdo con cifras del INEGI y de la Asociación Nacional de Farmacias.
En la actualidad los G.I. representan menos del cinco por ciento del mercado total, si bien los escenarios más optimistas plantean que la participación llegue a ser del 30% para el año 2011 con las modificaciones que se vayan aplicando a Ley General de Salud.
Por lo pronto, en un par de años sólo deberían comercializarse en territorio mexicano los medicamentos de patente o también identificados como innovadores y los llamados genéricos intercambiables. Los laboratorios que venden productos similares estarían en el proceso de someterlos a todas las pruebas que conlleven a su aprobación, según las normas vigentes, para ser dados de alta como G.I.
Entre tanto, la polémica sigue sobre la mesa acerca de la eficiencia de dichos medicamentos. Algunos estudios realizados por investigadores de reconocidas universidades como la UNAM sometieron a pruebas de calidad a productos similares que arrojaron resultados heterogéneos en más de la mitad de las muestras estudiadas.
Con todos los controles que hay, los genéricos tampoco escapan a dudas razonables por parte de especialistas quienes apelan al respaldo tecnológico que hay detrás de cada medicamento innovador o de patente. Y es que si una sustancia genérica fracasa se traduciría en mayor tiempo de la terapéutica y un gasto más elevado para el paciente o sus familiares.
Un elemento a considerar sobre la utilidad de los medicamentos genéricos es que en las mayoría de las clínicas y hospitales del sector público las terapias se siguen con base al Cuadro Básico y que así se están logrando resultados favorables, como en el caso del tratamiento de enfermedades con gran presencia en la población como el control de la diabetes, la hipertensión, la atención de enfermedades respiratorias y gastrointestinales entre otras.
Hay que decirlo, también con el manejo de sustancias genéricas se observan pacientes recuperados y con una mejor expectativa de calidad de vida.
Cabe destacar, también, que las diferencias en cuanto a los precios que presenta una marca con respecto a su par G.I. resultan ser abismales. Hay fármacos de patente que se venden al público en las farmacias en 80, l90, 140 y 260 pesos o más; cuando los equivalentes en presentación sin marca cuestan 15, l8, 36 y 45 pesos, en el mismo orden.
Por lo anterior, desde el año pasado (2007) es ya obligatorio que en las recetas médicas contengan la denominación genérica del producto que se prescribe y, solo a criterio de quien la expide, se agregará la marca a manera de sugerencia de conformidad con el artículo 226 de la Ley General de Salud.
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